
A estas alturas, Diddy ya no necesita presentación. Su nombre no solo está en las listas de éxitos, sino también en las de demandas judiciales más explícitas que hemos visto en mucho tiempo. ¿La última? Un ex empleado llamado Philipe Pines (sí, como los árboles) acaba de sacar a la luz una historia que mezcla fiestas salvajes, trabajos rarísimos y un nivel de surrealismo digno de un capítulo de Black Mirror.
Philipe trabajó para Diddy desde diciembre de 2019 hasta diciembre de 2021, y lo que vivió en esos dos años parece más bien el guion de una serie de HBO. Según su relato, su rol no era solo ayudar a preparar las fiestas que Diddy llamaba “Wild King Nights” (traducido: “Las fiestas salvajes del rey”), sino también ser parte activa de ellas. Sí, activa. Pines asegura que lo obligaban a tener sexo con mujeres contra su voluntad y que, al día siguiente, su misión era eliminar todo rastro de lo que había pasado. Esto incluye no solo limpiar la resaca en forma de botellas y ceniceros, sino también deshacerse de fluidos, orina y sangre para que no pudieran ser rastreados. Bienvenidos al trabajo más raro (y perturbador) del mundo.
Una lista de compras digna de película de terror
Imagina que es viernes por la tarde, y tu jefe te manda un mensaje: “Oye, pásate a comprar unas cosas para la fiesta”. ¿Qué podría haber en esa lista? Tal vez cerveza, snacks… ¿luces rojas? ¿Aceite de bebé? ¿Máquinas sexuales llamadas power banger fucking machines? Sí, exacto. Esa era la lista de la compra que Pines tenía que cumplir. Por supuesto, también incluía alcohol, marihuana y drogas ilegales, porque aparentemente las fiestas de Diddy no eran de esas que terminan cantando karaoke.
Además, cero pruebas
Ah, pero la historia no termina con la fiesta. Parte del trabajo de Pines era asegurarse de que nadie grabara ni un segundo de estas “reuniones sociales”. Así que también estaba encargado de recoger móviles, borrar evidencias y básicamente actuar como el agente encubierto de una película de espías… pero con menos glamour y más desinfectante.
¿Una demanda más en el historial?
Este nuevo testimonio es solo una ficha más en el rompecabezas de demandas que rodean a Diddy. Según Pines, todo esto sucedió con tal frecuencia que llegó a parecer normal, aunque claramente no lo era. Con tantas acusaciones, uno ya no sabe si Diddy debería estar en un juzgado o en un programa de reality que se llame ¿Qué ha hecho ahora?
Por supuesto, lo más preocupante aquí no son las compras raras ni los detalles bizarros de las fiestas, sino la explotación y abuso que Pines describe. Si todo esto resulta ser cierto, estaríamos hablando de un nivel de toxicidad y abuso de poder que trasciende cualquier límite moral o legal.
¿Qué opinas?
¿Hasta dónde llegará esta historia? ¿Diddy responderá a estas acusaciones o añadirá otra demanda a su creciente colección? Mientras esperamos más información, no podemos evitar preguntarnos: ¿cómo puede alguien llevar una vida tan salvaje y seguir funcionando como si nada?
En fin, si algo queda claro es que ser asistente personal no siempre es tan glamoroso como lo pintan.